La primera impresión que tuvimos al ir al centro de
educación especial fue magnífica.
Todo el mundo nos recibió con los brazos abiertos, en
especial los niños. Allí encontramos alumnos con muchos tipos de problemas:
parálisis, autismo, déficit intelectual…
Pero a pesar de ello todos y cada uno de estos niños eran
niños felices que día a día intentaban superarse.
Más tarde conocimos a Jesús, un niño con autismo con un
entusiasmo y ganas de aprender enorme.
Esta primera visita al centro hizo plantearnos lo poco que
llegamos a ser al lado de estos niños ya que continuamente estamos quejándonos
por todo, pensando que no vamos a conseguir las cosas. Sin embargo, ellos día a
día se esfuerzan y luchan por perseguir sus sueños a pesar de las dificultades
que tienen.